El circo de los 10 mandamientos - Capítulo 1
Hay magia en el silencio
Pandora estaba sentada en la mesa de su sala de estar, jugueteando con las cartas en lugar de practicar. Las cartas brillaban levemente con un resplandor dorado mientras Pandora las barajaba una y otra vez, sumida en un mundo donde la magia de las cartas era su única compañía. Era un pequeño refugio, una tranquilidad que la conectaba con algo más allá de la tormenta que siempre rondaba en su corazón.
De repente, un golpe seco resonó desde el camerino de Larissa. Un ruido violento, como si algo pesado hubiera caído al suelo. Pandora dejó las cartas sobre la mesa y se levantó un tanto despreocupada, suponiendo que su hija había tirado algo por accidente.
Al abrir la puerta del camerino, sus ojos se fijaron en la escena que se desarrollaba ante ella. Dédalo, un antiguo amigo de la familia y en quien había depositado la confianza de su circo se encontraba sobre Larissa, su pequeña quien gimoteaba y luchaba por mantener distancia entre el hombre y ella.
Pandora sintió cómo la rabia y el miedo se entrelazaban en su estómago como un nudo mortal. Sin pensar, sus manos se dirigieron instintivamente hacia la espada de utilería que descansaba cerca. No importaba que fuera una simple pieza de teatro; en ese momento, se convirtió en el único objeto capaz de detener aquello. Tomó la empuñadura con una fuerza inesperada, sus dedos ajustándose alrededor de la base con una determinación que solo una madre que protege a su hija podía tener.
Dédalo no pudo reaccionar a tiempo. El filo de la espada encontró su objetivo, y el hombre cayó al suelo con un estruendo sordo, su respiración entrecortada, su mirada de sorpresa aún fija en Pandora. El acero había cumplido su misión, pero Pandora no podía dejar de temblar, ni siquiera para controlar sus manos y preguntarle a su hija con lenguaje de señas si se encontraba bien.
Aunque Larissa, tuviera una discapacidad auditiva, no hubo necesidad de palabras o gestos, bastaba con ver su expresión de alivio y lágrimas al ver a su madre.La sala estaba en silencio, pero Pandora sentía que el peso de lo que acababa de ocurrir caía sobre sus hombros como un yugo pesado.
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